viernes, 4 de enero de 2008

La cueva de los siniestros

Ella

"La gente se arregla todos los días el cabello. ¿Por qué no el corazón?"

Su pelo rojizo hacía las veces de techo de un edificio con la particularidad de poseer una belleza comparable solamente al Tah Majal, la torre Eiffel o un panal de abejas del Africa Subsahariana. Su belleza era, era, era…como decirlo? Insostenible….por momentos hasta insoportable…., sus ojos invitaban al mas hermoso de los placeres, su nariz parecía hecha solo para percibir aromas deliciosos, sus labios para besar al mas apasionado de los amantes, sus pechos para amamantar a la mas preciosa de las familias….y sus piernas…permítanme hacer un punto aparte solo para ellas.

Voy a detenerme un instante en sus piernas, la manera en que servían de sostén a ese maravilloso cuerpo, la gracia como rasgo distintivo en un andar que destilaba suficiencia por donde se lo observase… Sus piernas largas, hermosas rompían la horizontalidad del suelo con una elegancia digna de las cortes del reino francés de finales del siglo dieciséis. Para coronar tanta preciosura, resplandecían sus rodillas y como si a esas maravillosas rodillas les faltase algo, el observador minucioso podrá encontrar que, muy pequeña y de costado, asomaba una mancha de nacimiento que se aparecía con la forma del rostro del Che Guevara, guiño de la genética para tan fantástica criatura.

Su forma de expresarse hacía pensar a uno que el mundo estaba hecho solo para ser feliz, que la alegría y el desenfado eran destino obligado en la vida de todos y cada uno de sus interlocutores…la frescura de un simple saludo suyo tenía el poder de cambiarle el día a cualquiera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Siempre las minas de pelo rojo ilusionaron la cabeza de los hombres, no encuentro otra razón para que exista Escocia. Como contas esto dan ganas de conocerla....